Glaciar Upsala (Cuento)

Había una vez un niño que se llamaba Valentino al que le gustaban los

glaciares. Los motivos por los que le gustaban eran muchos.

 

En primer lugar, amaba los cuentos sobre glaciares que le contaba su

abuela, además le gustaba mucho ir de vacaciones a lugares lejanos y

alejados de la gente.

 

Había escuchado de un glaciar ubicado en la provincia de Santa Cruz, el

Upsala.

 

Una noche, donde el ruido de la tormenta daba tanto miedo

que Valen no se podía dormir, su abuela, como siempre, comenzó a

relatarle una historia que decía así:

 

Había una vez un glaciar muy especial, que según cuenta la leyenda, se

guardan secretos ancestrales de hace millones de años.

 

Tupac, que en tehuelche significa brillante, era un niño como vos,

perteneciente a la tribu de los tehuelches. Ellos eran nómades y siempre

caminaban de aquí para allá buscando alimento.

 

Una mañana de verano, Tupac sintió mucha curiosidad por adentrarse al

glaciar para ver qué secretos ocultaba. Y así lo hizo…

 

Pero antes no tenía el nombre ese glaciar, por lo que Tupac lo llamaba el

Upsala, que significa lugar donde se camina sobre hielo.

El lugar era de difícil acceso por lo que tuvo que construir una gran balsa, pero lo logró.

 

Al llegar se quedó maravillado con la extensión de esa inmensa masa de

hielo, que no era como la nieve que él solía conocer, sino que era un hielo

muy duro y por eso pudo caminar fácilmente sobre él.

 

Pasaron varias semanas hasta que Tupac finalmente volvió a la tribu, pero

ya no volvió a ser el que era.

 

Pudo contar que allí se encontró con una cueva que latía haciendo un

ruido muy fuerte, y que una voz le dijo: “Yo soy el corazón del glaciar. Tienen

que escucharme y transmitir lo que te voy a decir a tu tribu, y luego tu

tribu a otras tribus, y esta historia tiene que pasar de generación en

generación”.

 

Y con un fuerte y gélido rugido, el glaciar habló:

“Cuida la tierra y sus aguas, porque de ellas nace la vida. Si me proteges

hoy, mañana tus hijos conocerán la belleza que ahora contemplas”

Y así, con la brisa helada del glaciar susurrando en sus oídos, el niño

comprendió que el destino de su tierra estaba en sus manos, y ese

mensaje resonaría en las generaciones futuras, recordándoles que el

cuidado del mundo es el legado más sagrado de todos”.

 

Extraído de: https://goethe.edu.ar/wp-content/uploads/2024/12/Copia-de-Una-leyenda-tehuelche-1.pdf